sábado, 31 de octubre de 2009

Billiken, "Me lo dijo ella".

Esa mañana, Martín se levantó con el pelo más revuelto que de costumbre. Caminó hasta la cocina y así como estaba, en pijamas, empezó a preparar un vaso de leche con chocolate. Había soñado toda la noche con ella. “Decíme: ¿por qué no me habla?” –le preguntó a la leche. “Si yo fuera vos, me miraría al espejo. ¿Cómo querés que una chica tan linda le hable a un pibe con esos rulos?” –le dijo, pálida, la leche. “Y vos, cuchara: ¿también pensás que es porque estoy despeinado todo el tiempo?” –preguntó Martín desafiando al cubierto. “No, yo creo que se enteró del chiste que le contaste al de inglés” –dijo la cuchara antes de gritar que la pálida estaba fría.

Martín sonrió con un solo lado de la boca. A él, el chiste le pareció genial: quéledijoungloboaotro, iglobeyou. Al profe no le causó mucha gracia pero los pibes se rieron. ¿Sería su humor lo que no le gustaba a Sofía? “Morocho, ¿qué opinás?”, pero el chocolate no contestó enseguida la pregunta de Martín. Se tomó unos minutos para pensar hasta que dijo: “No sé”. Todo sospecharon que la demora fue sólo para retrasar el mareo que le esperaba en la taza.

Sentado a la mesa de la cocina, agarró una galletita de ésas que viven felices y la increpó: “Vos que estás siempre tan contenta, ¿creés en el amor a primera vista?”. La galletita seguía con la boca abierta, pero ahora porque no sabía qué decir. El pobre despeinado no encontraba respuesta, tal vez porque, por primera vez en su vida, tenía muchas –demasiadas- preguntas.

“¡Qué temprano! ¿Nos caímos de la cama?”, la mamá entró en la cocina y plantó un beso en el bosque de rulos de su hijo. Puso la pava sobre el fuego y dejó un saquito de té de manzana sobre la mesa para preparar algunas tostadas. “Así de rojos tenía los cachetes cuando la miré…”, recordó Martín en voz alta. “Si me hablás a mí, acordate que soy un papel pintado. Manzanas con cachetes en la frutería”, dijo el saquito de té más que ofendido por la confusión. En silencio, terminó su desayuno, lavó la taza y se fue a vestir.

“Espejito, espejito: ¿no soy el chico más bonito del colegio?”. Una carcajada estruendosa salió del espejo. Martín estaba acostumbrado a sus burlas, pero ese día, en lugar de discutir con él decidió escucharlo. “Peinate bien, aunque no la veas atrás también tenés cabeza. Esa remera se achicó o vos creciste: ponete una de tu talle y, si podés, buscá una que no tenga tantos agujeros. Atate bien los cordones, no queremos ver al chico más bonito con un chichón en la frente”. Aunque se burlara, el espejo daba buenos consejos, valga la rima sólo por esta vez.

Martín preparó su mochila y salió para el cole. Todas las mañanas caminaba dos cuadras y un poquito más. El sol de verano lo puso a pensar. “La primera vez ¿dónde la vi? Una S escrita en una esquina escondida del guardapolvo le robó un suspiro. “En la Sala de Computación”, le dijo el que, antes de la tinta de birome, era blanco. Ella salía, él entraba. Todas las chicas del otro grado lo saludaron pero ella no dijo nada. “¿Y la segunda vez?”, la M dibujada tímidamente debajo de la S le contestó “la maestra te pidió que fueras a llevar una nota al otro profe. Ella, sentada en el primer banco, esta vez sonrió al verte entrar”. La y griega entre las iniciales de sus nombres le preguntó: “¿Y ahora?”.

Una cuadra antes de su destino, tres chicos le gritaron: “¡Cabezón, esperá a tus amigos!”. Los chicos se acercaron corriendo a Martín y chocaron sus palmas primero, sus dorsos después y los nudillos al final. Le preguntaron cómo estuvo su fin de semana, pero él pensaba en una sola cosa: “¿Alguno sabe algo de la chica nueva del otro grado?”. Nadie se apuró a contestar, Mauro fue el único que tiró un dato: “Preguntale a las chicas…”. Llegaron justo cuando tocaba el timbre y no tuvieron tiempo más que para formar la fila. A Martín, la mochila de su compañero de adelante le insistía: “preguntale a las chicas, preguntale a las chicas…”.

Primera hora: gimnasia. Bolsos y guardapolvos volaron por el aire hasta un rincón del patio que nunca estaba suficientemente limpio. Corrieron, saltaron, esquivaron pelotas y al final fueron todos a lavarse las manos. El jabón de Martín parecía de papel: finito y casi transparente. Casi no lo usaba, la consigna era tener jabón en la bolsita de higiene y si lo gastaba iba a necesitar otro. Todo un trámite. Pero estaba, que no era poco, y también opinaba “¿Y? ¿Cuándo vas a preguntar?”. Durante un instante sintió dudas, -¿o era miedito?- pero hasta el chorro de agua parecía decirle “Shhha”.

El guardapolvo ya tenía tierra y agua. Para darle aire, subieron las escaleras corriendo lo más rápido posible. Entrar al aula era como estar en casa, cada uno en su banco se sentía protegido, cuidado, querido. Martín giró sobre su asiento para preguntarle a una de las chicas: “Lau, ¿qué onda la nueva del otro grado?”. Nunca, en sus diez años de vida, hubiera esperado una respuesta como aquella: “¿La chica sorda? Re bien, parece que es súper buena onda. Yo ya hablé con ella y es muy divertida…”.

La cabeza le daba vueltas como una calesita. “¿Sorda?”. No, Laura había tirado cualquiera, si después dijo “Ya hablé con ella”. ¿Hablan los sordos? “A ver, pensá: sordo es el que no escucha. ¿Sabés cómo le dicen a los que no hablan? ¡Mudos!”, la goma de borrar se ensañaba con las dudas de Martín y el timbre que no quería sonar.

Después de un siglo y medio, salieron al recreo y la primera pregunta fue clara y directa: “Chicas, ¿la nueva es sorda?”. El grupo de nenas se sorprendió de la brusquedad de la pregunta: “Sí, nene. Pero no seas bestia, es una chica divina. Re simpática”. La respuesta no alcanzaba: “¿Y habla?”. Lucía fue la única que logró entender que no era bestialidad, era interés: “Mirá, ella está en el otro patio. Andá, así te das cuenta de que no es de otro planeta”.

Martín caminó por el pasillo. “¿Cómo la encaro?, ¿Qué le digo? ¿Le hablo?”. Sofía salió del aula apurada y se chocaron de frente. Él levantó la mano, ella hizo lo mismo, y susurró un tímido “Hola”. No había entonaciones en su saludo. A Martín se le escaparon las ideas antes de acomodarlas: “¿¡Hablás!?”. Ella le miró los labios y contestó enseguida: “Si, un poco. Aunque prefiero el lenguaje de señas”. Evidentemente, él había hecho algún gesto con su cara: “Hablár con las manos: si muestro la palma estoy diciendo hola y si muestro el dorso estoy diciendo chau”. Martín estaba admirado. Él, que hablaba hasta con las tostadas, no sabía qué decir. Ella hizo algunos gestos y luego los tradujo, otra vez sin tonos: “Dije que me gusta tu pelo”. Él sonrió con toda la boca. Ella lo invitó: “Si querés, una tarde de éstas te enseño”. Sabía que ella le miraba la boca, entonces sonrió y le dijo lentamente: “Sí, quiero”.

domingo, 25 de octubre de 2009


miércoles, 14 de octubre de 2009

Revista Cultura LIJ: Qué, cómo, quién, dónde y cuándo de los libros de divulgación


“Dar de leer”, decía Gustavo Bombini en el seminario de promoción de la lectura que dictaba en la UBA. Pero siempre que se habla de promoción de la lectura pensamos en literatura. Caminos de migas de pan, narices de madera, Alicias y conejos; mundos que nadie debe dejar de visitar. Tortugas gigantes, elefantes enormes y hasta el perro de Natacha; animales que ningún argentinito vestido de nieve debe ignorar. En la diversidad está el gusto, y la variedad de propuestas enriquece el recorrido lector de cada uno e incentiva la visión crítica y la selección de material acorde a las preferencias personales, particularmente cuando se trata de niños. No todos disfrutamos del mismo lenguaje, de los mismos temas, de los mismos métodos; pero el acceso a la lectura es un derecho y es tarea de los mediadores ofrecer las herramientas, el espacio y las formas para propiciar la liaçon entre el texto infantil y el niño. Y en busca del desarrollo de ese vínculo es que nos preguntamos ¿y los libros de divulgación?

Cuenta una anécdota que, durante una reunión en su honor, Albert Einstein fue increpado por una dama que pretendía que le explicara allí mismo la teoría de la relatividad. Después de varios intentos y simplificaciones la señora, tal vez porque pretendía ir a por más canapés, dijo que finalmente creía entenderlo, a lo que Einstein respondió: “que pena, porque lo último que acabo de explicar ya no es mi teoría de la relatividad”. Carla Baredes, Licenciada en física, responsable de Ediciones iamiqué junto a Ileana Loretszsain, Licencia en biología; cuenta esa misma anécdota desde otro punto de vista: “Tenemos una teoría brillante, tenemos al especialista y tenemos a una señora interesada en entenderla... ¡Un divulgador a la derecha, por favor!”.

Pero ¿qué es la divulgación? El paso obligado por la etimología indica que divulgar viene del latín divulgare, que significa simplemente publicar una cosa que estaba ignorada, aunque esta definición nos deja sin el cómo y el quién.

De la ciencia a las escuelas
Con el foco puesto en las maneras de divulgar, le pedimos a Paula Bombara, bioquímica, directora de dos colecciones de la editorial Grupo Norma, que nos dejara ver a través de su microscopio: “Mi postura a la hora de editar libros de divulgación para chicos está centrada en dos ideas: considerar a los lectores personas con conocimientos previos y considerar a los científicos personas con capacidad lúdica. Quizás estas dos ideas sean las que provocan que el lenguaje que se genera resulte cotidiano, sencillo. Luego, al recibir el texto, trabajamos el lenguaje de manera que se minimice el uso del ‘argot científico’. A la hora de divulgar conocimientos para niños es necesario deshacerse de ese vocabulario unívoco y preciso; hay que recurrir a metáforas, imágenes, comparaciones que sean claras y que estén en la realidad de los lectores”.

Siguiendo huellas, llegamos al laboratorio… perdón, a las oficinas de iamiqué donde se respira un aire de estructurada informalidad. Esa energía queda registrada en cada uno de sus libros: “ponemos especial atención en no resentir el nivel de rigurosidad y precisión de los contenidos explicando aquello que nos parece que los lectores pueden entender, disfrutar y compartir. Muchas veces nos quedamos con las ganas de contar cosas y otras nos tomamos varias páginas para explicar algo que académicamente podríamos decir en tres renglones”.

En “Como una novela”, Daniel Pennac dice que el verbo leer no tolera el imperativo. Hacer ley de esta hipótesis es una tarea ardua en las escuelas argentinas pero hay bibliotecarias que atienden las premisas. Patricia Veiga lo intenta día a día trabajando en capital y provincia. Una de sus experiencias se desarrolla en la escuela nº 2 de Tapiales, en La Matanza, que tiene una biblioteca ambulante. La mayor parte del material llega gracias el Proyecto de Incentivo a Iniciativas Escolares pero sólo el 5% de la biblioteca es texto informativo. “Los chicos llegan a los libros de divulgación por curiosidad. Los atrapa mucho la imagen y el paratexto”, dice Patricia. El segundo ensayo es en la escuela nº 8 del Distrito Escolar 21, donde la biblioteca tiene espacio físico propio pero no programas de apoyo: mezclan buena voluntad, esfuerzo y la colaboración de la cooperadora. “Los más pedidos son los libros de dinosaurios, los que hablan del cuerpo humano y los de historia, de Felipe Pigna”, todo un descubrimiento.

El planteo oficial de cómo divulgar ciencia, se lo hicimos a Daniela Allerbon, Coordinadora del Plan Nacional de Lectura, y nos explica que “el objetivo es acercar material fundamental, como enciclopedias y manuales. Con respecto a la divulgación, sin duda es una gran herramienta pero lamentablemente no ocupa un lugar de prioridad dentro del plan”. Como en las matemáticas: primero aprender a sumar, después multiplicaremos.

De guardapolvos blancos
Mediador cultural es un término acuñado por la antropóloga Michel Petit y refiere al maestro, profesor o bibliotecario que tiende puentes con el alumno o usuario de la biblioteca sin imponer sus gustos, sino abriendo caminos hacia la experiencia de la lectura.

Como afirma Sandra Comino, el libro no llega al niño directamente, sino que debe pasar por el tamiz del mediador que es quien decide, generalmente, qué da de leer. Este rol puede ser representado por diferentes actores: padres, bibliotecarios, libreros; por lo que, mayormente, el primer receptor de un libro infantil es un adulto. “¿Quién no le ha dicho a un niño Esto no es para vos?” se pregunta Sandra en su último libro donde también dice que “un libro que merece ser leído es cualquier libro que nos haga dudar”.

Mediadores somos todos. Los de guardapolvo blanco y tiza, los de guardapolvo blanco y tubos de ensayo, y los del guardapolvo blanco y tinta de imprenta. Y benditos los mediadores que hablen de libros diferentes, libros que cuestionen, que movilicen, que hagan tambalear teorías, ¡que inciten al empirismo!

¿Dónde y cuando? Aquí y ahora.

Revista Cultura LIJ: Entre el ayer y el hoy



“¿Qué vas a hacer cuando seas grande?”, pregunta la señora agarrando una de las mejillas. El nene vestido de negro, con uno de los auriculares del mp3 aún en la oreja y el flequillo lacio contesta: “Ni idea ¿qué opciones tengo?”.

El tiempo pasa y la representación del niño sigue cambiando. La escena anterior jamás se hubiera imaginado algunos años atrás, tanto por los colores de la ropa infantil, como por la facilidad con que hoy en día se adquiere un aparato electrónico, y mucho menos por la actitud del niño. ¿Qué hubiera dicho ese niño hace unos cuantos años? Pero esta es una nota sobre libros de divulgación, la pregunta correcta es entonces ¿qué opciones tenía ese niño hace esos cuantos años?

En Mujercitas ¿eran las de antes?, Graciela Cabal cuenta que “El libro del primer atril se titula Yo seré… y está protagonizado exclusivamente por varones. Parece que un varón puede ser: piloto, zoólogo, marino, pintor, astronauta, futbolista, bombero y médico”. Esto veía Graciela de niña en algunas bibliotecas infantiles pero no era todo, “En el atril vecino, uno dedicado a las chicas: Cómo ser una buena ama de casa”. Es fabuloso que ese libro perteneciera a una colección llamada La niña moderna.

Una de las propuestas más completas acorde a nuestra realidad es Cuando sea grande quiero ser…, de la colección Los fuera de seria, de Ediciones iamiqué. Presenta profesiones y oficios para todos los gustos, y describe trabajos como el de cuentacuentos, ingeniero agrónomo, plomero, banquero, meteorólogo, farmacéutico, oceanólogo, auxiliar de vida, policía y hasta creador de juegos de video. Como corolario, un listado en orden alfabético con todas las posibilidades. Muy bien estructurado, con un lenguaje claro y mucho color, pensado para varones y mujercitas de hoy.

Revista Cultura LIJ: Reseña








9 meses bajo la lupa, de Natacha Fradin y Yves Calarnou
Ediciones iamiqué

¿Cuántas veces hemos visto un espermatozoide ingresando en un óvulo? ¿Sabemos cómo se ve la placenta alrededor del embrión? ¿Cuál es la expresión facial de un bebé muy cerca de nacer, que ya no tiene espacio para hacer acrobacias? He aquí un libro que no sólo explica el embarazo mes a mes de forma simple y directa, con ejemplos claros para todas las edades, sino que muestra, a través de imágenes de ecografías en 3D, las diferentes etapas del bebé, desde que es un huevo recién creado hasta sus últimos tiempos en el útero; y los primeros momentos de vida con fotos de recién nacidos. Impactante.

La escuela no fue siempre así, de Pablo Pineau y Carla Baredes
Ediciones iamiqué

Mención Destacados de ALIJA 2008
En cobertizos, plazas, palacios; con actividades militares, con latigazos, con carteles para saber si el niño es aplicado, pleitista, juicioso; a cargo de maestros, escribas, caballeros, sacerdotes, monitores, ¡policías escolares! Si, es la escuela. Porque La escuela no fue siempre así hace un recorrido por los orígenes de esta institución, sus prácticas iniciales en diferentes lugares del globo, la evolución y el crecimiento hasta llegar a nuestros días. Con un juego sobre la historia de la escuela y mucha información.

Preguntas que ponen los pelos de punta, de Carla Baredes e Iliana Lotersztain
Ediciones iamiqué
Primer Premio Fantasía Infantil 2000
Mención Especial concurso libros mejor impresos y editados en Argentina 2000/1
¿Por qué el aire no se va de la tierra? (porque el aire que envuelve la Tierra pesa seis mil millones de quilos). ¿Por qué en los polos la noche dura medio año? (porque la Tierra se mueve alrededor del sol pero su eje no). ¿Cuánto dura un día? (No, ¡los días no duran siempre lo mismo!). Éstas respuestas y muchas otras se cuentan con humor y precisión en este libro. Mucha (y muy buena) información, ejercicios y datos que más que curiosos resultan increíbles.

¿Por qué es tan guapo el pavo real?, de Carla Baredes e Ileana Lotersztain
Ediciones iamiqué
Mención honorífica especial Fondo Nacional de las Artes Argentina 2003
“Si uno de tus amigos está enamorado de una de tus amigas y te pide consejo para conquistarla, ¿Qué le dirías?”. Algo así dice la primera página de este libro que cuenta las estrategias que usan los animales para enamorar. La cola del pavo real, los espolones del faisán, las canciones de la ballena macho, la luz de las luciérnagas, los regalos de la mosca escorpión, los mordiscos del burro… Pero no termina aquí, la segunda mitad del libro habla sin parar de curiosidades sobre ¡los bebés de animales!

Asquerosología, de Sylvia Bransei
Ediciones iamiqué
Ningún escatológico: Asquerosología es un libro fantástico y definitivamente atrapante que cuenta qué son las cosas blanditas, pegajosas y olorosas que produce el cuerpo. Con terminología clara y precisa, habla de la caspa, de los mocos, de los vómitos y del ¡pis! No son asquerosidades… ¡es Asquerosología de alto nivel científico! Datito: escatol es uno de los gases que da el olor fétido a ¡la caca!

Arte para chicos: Antonio Berni y Xul Solar, con textos de Vali Guidalevich
Editorial Albatros
Pensados especialmente para el público infantil, cada uno de estos libros recorre la vida y obra de grandes artistas argentinos. Con una calidad impresionante, un trabajo de edición increíble y con actividades muy originales, los niños no sólo aprenderán sobre Antonio Berni y Xul Solar sino que pedirán a los adultos que los acompañen en las propuestas que ofrece cada uno de los libros. Desde armar la orquesta musical para el casamiento de Ramona, de Antonio Berni, hasta jugar a los detectives buscando letras, números y objetos que se repiten en diferentes obras de Xul Solar.

Quinquela, el pintor de La Boca, con textos de Didi Grau
Calibroscopio
Vida y obra de Benito Quinquela Martín, con fotos increíbles trabajadas con ilustración; y análisis de algunos de sus trabajos. Un recorrido por los lugares a los que viajó mostrando su arte y anécdotas de encuentros con reyes y presidentes. Datos de su infancia con Justina y Manuel, sus padres adoptivos y de sus obras filantrópicas cuando le llegó la fama.

Uno, y sino, ninguno, Katrina Lange
Editorial Una Luna
Además de ser un excelente ejemplo de lo que es un libro álbum (las preguntas se plantean desde el texto mientras que las respuestas están en las ilustraciones), Uno, y sino, ninguno es un fantástico libro de tapa dura que propone acertijos con una única resolución cada uno (y sino, ninguna) entre las imágenes ilustradas. Naranjas que flotan (¡o no!) en el agua, peines mágicos que atraen objetos y velas que se apagan solas muestra cómo la ciencia está presente en la vida cotidiana y es capaz de sorprendernos si tan solo experimentamos un poco. ¿La prueba preferida de las maestras? Seguramente ¡las flores de tinta!

León y el medio ambiente, Annie Groovie
Editorial Una Luna
“El planeta en que vivimos no está en gran forma… pero si cada uno de nosotros hiciera su parte, podríamos conseguir devolverle su buena salud”. Eso es lo que dice la introducción del libro antes de mostrarnos 30 ejemplos de tareas reales y factibles de llevar a cabo en casa para ayudar a salvar nuestro bello planeta. Con ilustraciones muy atractivas, entre una y otra tira al mejor estilo historieta cómica, la autora propone ahorrar papel, separar los deshechos, reciclar, entre otras cosas.

Clara está en la luna, de Adriana Fernández
Editorial Una Luna
A Clara le gusta el cielo más que nada en el mundo. Si pudiera pedirle a alguien que le baje el cielo y todo lo que anda por allí arriba, no necesitaría más juguetes. Por eso pregunta: “¿queda lejos la Luna, papi?” o “¿Puedo mamá? ¿Puedo ir hasta el sol?”. Clara hace un recorrido por el cielo, desde los planetas hasta el sol y la luna, todo se aprende con ella.

Tamaño real, de Jorge Doneiger
Pequeño editor
“Todo lo que verás en éstas páginas aparece en el tamaño que tiene en la realidad” promete el libro apenas se abre. El gesto automático es volver a mirar la tapa, donde un ratón recorre un centímetro al lado de la pata de un elefante. Lo que queda no es más que admirar, desde una abeja posada en un tarro de miel y dos páginas desplegables de flores, hasta un reloj a cuerda completamente desarmado, pasando por los choclos que se necesitan para llenar un balde de pochochos o la zapatilla que llevó Neil Amstrong a la luna. Todo, aunque parezca increíble, en tamaño real.

La historieta argentina: San Martín, de Felipe Pigna
Editorial Planeta
Tendiendo en cuenta el lugar desde donde los chicos se acercan a los libros de divulgación, he aquí la combinación perfecta para un éxito. Felipe Pigna, con su lenguaje cercano y su rigurosidad, las ilustraciones y los globos de diálogo, las líneas de movimiento y los colores perfectos, el formato con cuadros de ¡historieta!, el tamaño de revista… es imposible dejarlo de lado. Atractivo, original, riguroso; simplemente genial.

A jugar y cocinar sin gluten, de Laura Schers
Editorial Parábola
La licenciada Celia Ka nos invita a cocinar sin gluten con recetas divertidas y sabrosas. Brochettes de pollo, timbales de arroz, crudités con crema o helado natural, trufas de leche y torta de chocolate. Todas recetas aptas para celíacos. Laberintos, crucigramas, poesía, juegos de palabras y ¡sopas de letras! Juegos divertidos para todos. Con consejos para organizar cumpleaños y para armar viandas escolares. Primer libro de cocina para chicos pensado especialmente para celíacos, con ilustraciones coloridas y fotos muy bien producidas. ¡Infaltable en la casa de todo celíaco y en la de sus amigos!

Aprendo a jugar ajedrez
Editorial Libsa
Este libro objeto tiene una base para ser usado como atril mientras se practican los ejercicios que propone. Con un formato muy original, explica paso a paso o, mejor dicho, pieza a pieza, cómo jugar ajedrez. Tapas duras, hojas de cartoné, muy colorido y con un lenguaje ameno y cuidado técnicamente, las explicaciones y los ejercicios hacen jaque mate.

Origami para niños, con textos de Mauricio Robles
Editorial Libsa
¿Qué es el origami? Esa es la primera pregunta que plantea el libro, la primera de tantas que responde con claridad y sencillez. Con detalle de las técnicas de plegado, con símbolos que facilitan la realización de las figuras y con un listado increíble de opciones para hacer peces, mariposas, conejos, caballos, patos y hasta ¡la ranita saltarina! Un libro álbum con fotos y dibujos de muy buena calidad que acompaña la información sobre cada animal presentado. De colección.

¿Cómo es tu mamá?, de Rosanela Álvarez y Yasushi Muraki
Fondo de Cultura Económica
Por su formato y por la actividad que propone, este libro estimula la curiosidad y la participación de los niños. A través de los textos y de las imágenes, los chicos podrán leer sus páginas aunque todavía no sepan leer en el sentido tradicional. Con juegos de descubrimientos a través de pestañas o solapas que ocultan la respuesta a alguna adivinanza que se puede deducir si se observan detenidamente las pistas.

¿Quién pasó por aquí?, de Martha Duhne y Manuel Monroy
Fondo de Cultura Económica
“Cuando para de llover y la tierra queda mojada, a alguien le gusta observar el camino desde su escondite. Siempre sabe quién pasó por la vereda, pues se fija en las huellas o marcas que dejan las patas de algunos animales”. Así comienza el juego, en cada página se van mostrando las huellas de distintos animales: un caballo, un ciervo, un pajarillo, un lobo y un oso. El protagonista, igual que los lectores, podrá distinguir las huellas de cada animal una vez que estén todas mezcladas.

¿Querés saber qué es el ADN?, de Paula Bombara
Eudeba
Lleno de conceptos científicos explicados con rigurosidad y sencillez, este libro da respuestas y plantea preguntas para que los niños sigan investigando sobre las coincidencias y diferencias entre varias especies, desde el punto de vista de la genética. Introduce, también, conceptos sobre la clonación.

¿Que son las proteínas?, de Paula Bombara
Eudeba
¿Te dijeron alguna vez que comieras más carne? ¿Sabés por qué podés caminar, ver en colores, soñar a la noche? ¿Querés saber qué son las proteínas? Este libro te cuenta lo importantes que son estas sustancias para que puedas hacer todo lo que te gusta.

Mi personaje preferido




































Para enchastrarse






















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Historieta: Chango y Gondolito







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martes, 13 de octubre de 2009

Ja, ja











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